«Es imposible vivir sin fracasar en algo, a menos que vivas con tanto cuidado que termines por no vivir en absoluto; en cuyo caso, fracasas por precaución» J.K. Rowling
¿Alguna vez has fracasado?
Desde su definición, fracasar es obtener un resultado distinto al que habías pensado o esperado. En muchos casos, ese resultado es mucho mejor de lo que pensaste. Como esa sensación de goce cuando cambias un ingrediente en una receta, y resulta en un plato nuevo e impensado.
Sin embargo, estamos acostumbrados a asociar fracaso con algo negativo: «lo hiciste mal», «fue una mala decisión», «fue un error», «no soy capaz».
¿Es que no es una opción que las cosas salgan de una manera diferente a lo que deseábamos o esperábamos tiempo atrás? ¿Por qué? ¿Hay que mantener las cosas que antes nos emocionaban, aunque hoy nos causen infelicidad o por temor al «qué dirán»? ¿Cuál sería el sentido? ¿No nos está permitido equivocarnos?
Fracasar es una oportunidad de cambio, de repensar lo hecho, de tomar lo aprendido, de ampliar el conocimiento y las experiencias, para enfrentar lo que deseo, con algún ingrediente diferente.
Jamás debes dejar que tu espíritu libre, tus ambiciones, creencias, deseos de logro y sueños, sean apagados por esas diminutas y cobardes voces internas que nos dicen: «¿Qué dirá la gente?», «¿Y si me rechazan?», ¿Y si me sale mal?, «Voy a pasar por tont@ si lo intento».
Si dejas de hacer por temor o por precaución, también estarás fracasando. «¿Qué hubiera pasado si…?»: no te quedes con una pregunta que puede paralizar tu vida por completo. Sólo avanzarás el día que decidas enfrentarla. No importa la repuesta: sea cual fuere el camino, el éxito se deposita en seguir adelante.